- LA GUERRA CIVIL EN LOPERA(JAÉN). Batalla de Lopera. 1936.




         Con el estallido de la guerra civil española el 18 de julio de 1936, la localidad de Lopera se vio totalmente inmersa en los movimientos y corrientes ideológicas que se vivían en todo el país y, por tanto, en estos primeros días de conflicto fracasó la rebelión militar al igual que en el resto de la provincia de Jaén. La guardia civil prefirió no intervenir y las calles fueron tomadas por la milicia popular, que se adueñó totalmente de la situación. Trinchera de la Guerra Civil en Lopera

         En el informe redactado en el año 1940 por el capitán del 18 Tercio Rural de la Guardia Civil, 218 Comandancia, 1ªCompañía, a petición de la Fiscalía de Jaén, decía textualmente lo siguiente:"En Lopera no hubo acto alguno en favor del Movimiento Nacional por parte del personal de orden el día 18 de julio de 1936 y siguientes."(Archivo Histórico Nacional.Madrid).

          Durante estos primeros meses de guerra, una buena parte de las fincas rústicas del término municipal fueron incautadas por la denominada "Colectividad de Lopera", que pertenecía a la UGT, y puestas bajo el control de un comité popular representado por la Sociedad de Agricultores "La Razón del Olivo". El sistema de colectividades duraría en Lopera tan sólo unos meses, es decir, hasta los últimos días del mes de diciembre de 1936 en que fue tomada por los nacionales.

          Las imágenes religiosas de la Verónica, Jesús en la columna, San Juan, Magdalena y Cristo Crucificado tuvieron que ser talladas de nuevo en el año 1941 por el escultor cordobés Amadeo Ruíz de Olmos. La talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno fue esculpida por Gabriel Borrás en 1942. Tan sólo se salvó de la destrucción la cabeza de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la imagen de San Antonio y la talla de la Virgen de la Cabeza.

          La localidad fue tomada por el ejército nacional o franquista en el día de Navidad de 1936 a través de una rápida acción de ocupación que trajo consigo la voladura del puente sobre el Arroyo Salado y daños de cierta consideración en otras infraestructuras urbanas.

          Tan sólo unos días después de la ocupación nacional, tuvo lugar en los alrededores de la localidad la conocida popularmente como Batalla de Lopera: entre los días 27, 28 y 29 de diciembre de 1936. Por el lado republicano murieron unos 300 de sus soldados, más de 600 heridos y de esta forma Lopera pasaría ya definitivamente a manos nacionales. Durante esta conocida batalla perdieron también la vida un cierto número de boinas rojas y demás soldados nacionales que pertenecían a distintos requetés "Virgen del Rocío" de Huelva, Virgen de los Reyes de Sevilla, Tercio de Nuestra Señora de la Merced de Jérez, Tercio de San Rafael,Tercio de Nuestra Señora de los Reyes y también del Batallón de Cádiz, además del torero y conocido falangista José García "El Algabeño" (escuadrón de Caballería).

          En la jornada del 27 de diciembre de 1936 murió en plena batalla el poeta inglés Ralph Fox cuando intentaba conquistar vía tierra el conocido por los loperanos como Cerro del Calvario. Al día siguiente moriría en similares circunstancias el otro poeta inglés Rupert John Cornford. Sus cuerpos jamás pudieron ser recuperados por razones estrictamente militares y se piensa por tanto que quizás fuesen enterrados en alguna fosa común o por el contrario incinerados.

          Luigi Longo ha relatado el ataque de los internacionales a Lopera de la siguiente forma: "De las cuatro de la madrugada a las once de la noche luchan por este pueblo. Llega la aviación enemiga en misión exploradora, deja caer su carga de bombas y dispara sus ametralladoras sobre las columnas que avanzan. La compañía inglesa marcha a la cabeza de la brigada. Los jóvenes trabajadores y estudiantes de Londres y Lancashire llegan hasta las primeras casas del pueblo, pero son obligados a retroceder: cae sobre ellos una tempestad de hierro y fuego. Deben consolidarse en una línea más retrasada; excavan refugios improvisados entre los olivos, en la tierra floja, se ocultan entre las gruesas raíces a flor de tierra y detrás de los troncos; resisten durante horas, sin ceder ni titubear."

          Durante todo el día los nacionales cómodamente desde sus posiciones tuvieron a los internacionales bajo fuego cruzado de ametralladoras, artillería y morteros. Los voluntarios buscaban los pequeños relieves del terreno para refugiarse de los proyectiles y poder continuar disparando. Avanzaban, retrocedían, volvían al ataque, se arrastraban sobre el dorso pelado de las colinas hasta cerca de las trincheras nacionalistas. En los repetidos ataques y contraataques las compañías se desorganizaron, se dispersaron, se mezclaron unas con otras, perdiendo enlace con sus respectivos comandantes. Los voluntarios supervivientes se encontraron al final del día sin municiones, sin fuerzas por haber corrido tanto, por no haber comido durante todo el día.

          Los nacionales ven reducidos también sus efectivos durante esta batalla y ante la díficil situación Queipo de LLano envía desde Villa del Río dos Batallones, dos Escuadrones y una Batería, al mando del teniente coronel Eduardo Alvárez Rementería, que debía trabar combate con el flanco derecho de los internacionales situados en la zona norte de Lopera y al Este de la carretera de Villa del Río-Lopera. La fuerza y valentía de los internacionales hizo que Redondo, cuando ya estaba a cuatro kilómetros de Porcuna, con el factor sorpresa a su favor, hubo de paralizar la operación y volver en auxilio de Lopera.

          Lo relata Bernabé Copado (nacionalista) que estuvo presente en los hechos: "A media mañana, comenzó como era de temer, el ataque enemigo con encarnecimiento de fiera salvaje. A la comandancia llegaban constantemente avisos pidiendo refuerzos: ¿Y de dónde sacarlos? Diciendo: que no podemos más; que se cuelan por tal parte; que avanzan por tal otra; que la avalancha de aquel cerro es imponente: y los fusiles de nuestros soldados nacionales puestos ya al rojo, y las ametralladoras funcionando sin descanso, y los mulos haciendo continuos viajes para aprovisionar las avanzadillas de municiones, y las calles todas del pueblo barridas por las balas de fusil y ametralladora enemigo. El empuje con que cargó el Requeté a la bayoneta fue tal que las líneas extranjeras quedaron desalojadas, dejando en el campo atravesados por el hierro de las bayonetas del requeté, numerosos cadáveres... El cañón siguió tronando hasta entrada la noche; pero los fusiles y las ametralladoras enemigas enmudecieron y nosotros respiramos. Nuestra artillería estuvo disparando a cero, y momentos hubo que el enemigo estuvo a cincuenta metros de nuestras piezas, y en los que los oficiales tuvieron que sacar las pistolas, y con ellas defenderse ellos y defender la batería."

          Ante la muerte del torero Algabeño, el general Redondo habló aquella noche a Radio Sevilla de la siguiente forma: "Esta noche no estoy para hablar, porque tengo un gran disgusto. Mi gran amigo, José García "El Algabeño", que prestaba servicio en mi cuartel general, se empeñó en llevar personalmente una orden que yo le dí al extremo en que se hallaba operando la caballería, y ha sido herido por una bala. Tanto al caer, como al ingresar en el Hospital, sus palabras fueron:¡Viva España!". El Algabeño fue ingresado en el Hospital de la Cruz Roja de Córdoba donde falleció pocas horas después.

         Del libro "Las Brigadas Internacionales", de César Vidal Manzanares, he reproducido el siguiente texto que hace alusión a la Batalla de Lopera:"Durante la madrugada del 28 de Diciembre se inició un ataque internacional que no concluyó hasta las once de la noche y cuyo objetivo era recuperar la localidad. El resultado fue un desastre de mayores dimensiones aún que el sufrido por el Sans Nom.

         Los interbrigadistas estaban encajonados en un desfiladero situado entre dos alturas con un cerro de frente y resultaron presa fácil de la aviación y la artillería del enemigo. Cerca de mil interbrigadistas murieron combatiendo y más de medio millar se dio a la desbandada. Aún así, el episodio podía haber degenerado en una mayor carnicería de no haber sido por algunos de los voluntarios que decidieron mantener a cualquier costo sus posiciones".

          En el lado republicano si bien no se consiguió avanzar y recuperar pueblos de la provincia de Córdoba, al menos consiguieron detener el avance franquista, el retraso en la operación sobre Porcuna (prevista para el día 29 no se llevó a cabo hasta el 1 de enero), evitando que se apoderaran de Andújar, protegiendo así el paso de Despeñaperros y Castilla, y el resto de la provincia de Jaén.

          El jefe del 12 Batallón de la XIV Brigada Internacional, que fue el peor parado y al que pertenecía la compañía británica, capitán Delessalle, fue arrestado el día 30 de diciembre por sus propios compañeros, y unos días después fue juzgado en Arjonilla por un Tribunal Militar, que le acusó de alta traición y murió fusilado en un intento por parte de los republicanos de justificar las enormes pérdidas humanas registradas en esta batalla.

          En el mes de agosto de 1937 se produjo otro intento republicano de reconquistar Lopera, ya que los brigadistas entraron de madrugada y sorprendieron a los nacionales, llegando incluso a ocupar medio pueblo. La acción ofensiva de la izquierda fracasaría por la mañana, ya que los nacionales volvieron a hacerse dueños de la situación. Lopera permanecería, con ligeros variantes, y hasta el final de la guerra en el bando nacional o franquista.



          Bibliografía:

          - MARÍN MUÑOZ, ANTONIO. La Guerra Civil en Lopera y Porcuna(1936-1939). Edición propia. Jaén. 2001.



Castillo de Lopera en la actualidad.Antonio Marín.

Nido de ametralladoras en Porcuna(Jaén)




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